Un Cardenal español (Fernando Rey) decide abandonar Roma y regresar a España porque le queda poco tiempo de vida, pero también porque desea saber qué ha sido de su hija y de su nieta. Su llegada causa impresiones diversas entre los vecinos e incluso entre sus familiares. Su obsesión es dejarlo todo bien atado antes de morir: lo que verdaderamente le preocupa es no haber podido reconocer legalmente a su hija; para remediarlo lo único que se le ocurre es pedirle a su hermano que se case con ella.