Varias películas épicas de alto presupuesto convirtieron a Omar Sharif (1932-2015) en una estrella de cine. Era un actor, pero también un jugador de bridge, un mujeriego, un vividor; era un hombre lleno de contradicciones, que disfrutaba más de los juegos de cartas que de las películas; era un eterno nómada que pasó la mitad de su vida en un hotel.