Holanda, país neutral, es atacada sin previo aviso en 1940; para frenar el derramamiento de sangre, capitula rápidamente después de que Róterdam sea bombardeada sin piedad. Sutilmente, los alemanes proceden a ocupar Holanda, con promesas de "no animosidad". La mayor parte de los holandeses encuentran la situación fácil de soportar, sin influir demasiado en el ritmo cotidiano de sus vidas. Incluye testimonios de Louis de Jong (quien ejerció como asesor para este episodio) y del Príncipe Bernhard de Holanda.